Tengo una buena amiga que en cuestión de ensaladas, se ciñe a una de las definiciones de la palabra, y es la siguiente: "1. f. Hortaliza o conjunto de hortalizas mezcladas, cortadas en trozos y aderezadas con sal, aceite, vinagre y otras cosas."
En este caso siento desilusionarla porque hoy me voy a referir a la segunda definición de la R.A.E que es "2. f. Mezcla confusa de cosas sin conexión." Aunque en este plato hay unas protagonistas indiscutibles que destacan entre el batiburrillo, y que ahora que me fijo, bien podrían ser los equivalentes marinos de nuestras terrestres garrapatas (por su forma, no por sus hábitos, claro). Me refiero, obviamente, a las sepias.
Si hay alguien que todavía se atreva con ella después de esta desafortunada comparación, ahí va la receta, y tened en cuenta que el truco para que salga bien es que el tomate esté caliente pero no cocinado, y en cambio la sepia sí que esté bien hecha, o estropeará el plato con una textura pegajosa y poco firme típica de los cefalópodos.
INGREDIENTES
Una sepia grandecita por persona, limpias.
Lechuga (mis favoritas son la Trocadero y la Batavia, aunque puede usarse cualquiera).
Tomates maduros pelados.
Setas de cardo.
Bacon o jamón en tiras.
Gambas.
Ajo picado finamente o ajo seco en polvo para los vagos.
1 Cebolla grande.
Vino blanco.
Sal y pimienta, perejil.
Picamos y sofreimos la cebolla a fuego medio hasta que esté transparente, y añadimos el bacon, el ajo , las setas y los tentáculos de las sepias picados en trozos pequeños. Podemos dejar alguna seta entera para decorar pero luego tendremos que pasarlas a la plancha. Lo dejamos cocinarse después de añadir un chorro de vino blanco y salpimentarlo, y cuando esté a nuestro gusto (a algunas personas las setas le gustan muy hechas, a otras les gusta que conserven su textura), lo dejamos enfriar para poder manipularlo mejor.
Una vez que esté tolerablemente tibio, rellenamos las sepias con esta mezcla. (Yo lo hago con las manos, si sois más curiosos y manejais bien las cucharas, podeis saltaros este paso, y si sois tan chapuceros como yo, aprovechareis para montar el resto del plato) Ha de sobrar un poquito de este relleno para mezclar con la lechuga y el tomate.
Troceamos la lechuga y la colocamos en el centro de la fuente, pelamos y troceamos el tomate y cocemos las gambas. Ahora podemos hacer una pausa y esperar por los comensales porque este plato hay que servirlo recién hecho.
Cuando ya estén todos sentados en la mesa, se cocinan las sepias rellenas. A la plancha o en una sartén con el fondo manchado de aceite de oliva, y mientras tanto, en otra sartén calentamos la mezcla de setas, jamón y tentáculos, y le añadimos las gambas cocidas y los trozos de tomate. Fuego fuerte un minuto para que todo se caliente pero el tomate no se cocine.
Servir las sepias rociadas con zumo de limón y la mezcla caliente por encima de la lechuga. Añadir unos hilos de aceite de oliva virgen por encima y ¡A la mesa!
Jijiji, nunca me había fijado en esa segunda acepción de la ensalada. Entonces si coges todas las sobras que hay en la nevera y las mezclas sin ton ni son ¡haces una ensalada! Qué bien.
ResponderEliminarEsta ensalada tuya casi puede entrar en la primera acepción, porque lleva un poco de lechuga. No es como las de aquel libro de ensaladas que vi hace tiempo, donde sólo faltaba la ensalada de huevo con patatas al aceite, que sería como una tortilla de patatas cuando ya no está caliente.
Eso me ha recordado a la tortilla deconstruída :)
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