domingo, 31 de enero de 2010

Angel food cake

Buscando recetas en las que emplear la crema de limón de mi cumpleaños, por fin me he decidido a hacer el famoso angel food cake, que había probado precisamente en casa de mi suegra y que habíamos sacado de la página web de Alegna: La casita verde, de la que somos fans. Es un bizcocho con una textura sorprendentemente suave y nada seca, a pesar de no llevar nada de grasa.



Todas las virtudes de este bizcocho más bajo en calorías y colesterol que el resto, las he llevado a pique cubriéndolo primero de untuosa crema y después de una capa crujiente de chocolate.

INGREDIENTES (para un molde de 18 cm.)

9 Claras de huevo
200 g de azúcar.
100 g. de harina.
Una cucharadita de cremor tártaro ó un tercio de ácido tartárico en polvo.
Unas gotas de esencia de vainilla o de almendra (o ambas).
Una pizca de sal.
Un molde especial para Angel food cake. (Foto de amazon.com)



El secreto de este bizcocho es batir muy muy bien las claras, a punto de nieve muy dura, con la sal y el ácido tartárico. Una vez montadas, y sin parar de batir, añadir el azucar, perfumar con las esencias, y después la harina, poco a poco, integrándola en la masa cucharada a cucharada antes de añadir más.

Otro requisito indispensable es que se rellena el molde SIN ENGRASAR para que se pegue a los lados (por eso es un molde NO recubierto de antiadherente), de manera que no se baje y quede con la textura espumosa de las claras montadas. También recomiendan dejarlo enfriar boca abajo sobre las propias patitas del molde, o, si no tiene, sujeto con algo que lo mantenga en alto (un chupito en el centro, tres corchos en el borde). Supongo que es para que el propio peso del bizcocho no lo haga aplastarse mientras aún está caliente. La textura del mismo una vez cocido es esta, y es de color blanco por la ausencia de yemas. De ahí vendrá el nombre, comida de ángeles:



Después de dejarlo enfriar una hora, le he pasado el cuchillo por los lados, lo he meneado un poco, y ha caído por su propio peso. Lo he cubierto con crema de limón caliente, la he dejado enfriar, y después lo he bañado en chocolate de repostería derretido al baño maría. He aprovechado el chocolate sobrante para bañar unas fresas que han sido el éxito de la cena, ¡Quitándole todo el protagonismo al bizcocho!



Por último, un consejo: Las yemas sobrantes de los 9 huevos, podemos congelarlas. No enteras, porque la membrana explotaría con la dilatación, pero sí un poco batidas. Una buena manera de controlar la cantidad es hacerlo en moldes para cubitos de hielo, calculando antes de hacerlo cuánto ocupa cada yema, y tener la medida para futuras recetas.

1 comentario:

  1. menuda pinta que tiene,,,aunque yo no soy mucho de limón,,,probaría con naranjita

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