viernes, 22 de abril de 2011

Bizcocho de las Carmelitas descalzas de Sevilla

La receta de hoy es una de esas con solera. No sé cuándo habrá comenzado la cadena, pero para hacer este bizcocho alguien tiene que pasarte una porción de masa madre cuyo origen en teoría es el convento de las Carmelitas descalzas de Sevilla y desde allí ha ido pasando de mano en mano, creciendo y multiplicándose en nuestros hogares, en símbolo de la salud y la suerte que te desean quienes te dan esta porción junto con la receta.

Gracias a Iria, del blog "Charlas de café" que ha sido la que ha hecho que llegara a mis manos un botecito burbujeante de masa madre.



El resultado es un bizcocho muy sabroso y aromático, húmedo y algo compacto, que dura muchísimos días como el primero. La masa madre en teoría no puede volver de las personas a las que se las diste, así que tendré que esperar a que de un par de vueltas por la ciudad y vuelva a mí, porque desde luego, repetiría la receta.

INSTRUCCIONES para un bizcocho de 24 porciones, se pueden reducir a la mitad para una torta de tamaño más manejable.


1 DIA. Se vierte el contenido del vaso entregado en un recipiente mayor y se añade un vaso de azúcar y otro de harina (no se mezcla).

2 DIA. Se mezcla con una cuchara.

3 DIA. No se toca.

4 DIA. No se toca.

5 DIA. Se le añade un vaso de azúcar, otro de leche y otro de harina. No se mezcla.

6 DIA. Se mezcla todo bien con una cuchara.

7 DIA. No se toca.

8 DIA. No se toca. El fermento tendrá más o menos este aspecto...



9 DIA. No se toca.

10 DIA. Se apartan de la masa tres vasos que se entregan a tres personas a las que les desees suerte y salud.

Al resto de la masa se le añade:

2 vasos de harina

1 vaso de aceite de girasol

1 vaso de leche

1 vaso de nueces y/o almendras picadas

1 sobre de levadura

2 huevos enteros

1 manzana troceada

1 pizca de sal

1 pizca de vainilla

1 pizca de canela

Se mezcla todo y se mete en el horno a 180º durante 30 o 40 minutos.



Para dar un aspecto más atractivo a la parte superior se puede espolvorear con azúcar glass una vez frío el bizcocho, o con azúcar blanca y trozos de manzana antes del horneado. De esta manera quedará una capa crocante en la parte superior.

Os dejo un vídeo de una misa de las Carmelitas descalzas de Sevilla para que cuando le deis el primer mordisco os sintáis todavía más en la gloria... si esto es posible, claro...

domingo, 20 de marzo de 2011

Savarín de coco con fresas y nata

El savarín o "Babá" no es más que un bizcocho de masa fermentada empapado en un almíbar generalmente alcohólico, que se hornea con forma de corona y cuyo centro se rellena con frutas y nata o chantilly.



INGREDIENTES
20 g. de levadura prensada.
350 g. de harina de trigo.
100 ml de leche templada.
4 huevos.
40 g. de azúcar.
esencia de vainilla y sal.
100 g de mantequilla o margarina.

Para el almíbar necesitaremos medio litro de agua, 200 ml de ron de coco (Malibú en este caso), 50 ml de vino blanco y 200 g de azúcar.

Fresas y nata montada.



Tamizamos la harina en una fuente profunda, y hacemos un hoyo en el centro. Ahí verteremos la leche templada y desharemos en ella la levadura prensada, mezclando un poco de harina de los bordes del volcán. Dejaremos fermentar esta mezcla unos 20 minutos hasta que veamos que la superficie tenga burbujas saliendo a flote.

Batimos los huevos con el azúcar, la esencia de vainilla y una pizca de sal, agregamos la mantequilla derretida, y añadimos esta mezcla al bol de la harina y el fermento. Mezclamos bien todos los ingredientes ya juntos, lo que nos dará como resultado una masa bastante fluída, y la dejamos fermentar otros 20 minutos.



Echaremos la masa semifermentada en un molde para savarín (una corona de silicona o metal) previamente engrasada, cuidando de no llenarla más de la mitad de su capacidad, y dejamos terminar de fermentar una hora más, o hasta que suba y doble su volumen.

Hornearemos 40 minutos a 200 grados, cuidando de que no se queme cubriendo el molde con un papel de aluminio si es necesario. El bizcocho quedará mucho más bonito si no lo dejáis tostar tanto como el mío, quizá 30 minutos sean bastante. Para este punto en concreto nos vendría bien conocer ya el molde y nuestro horno de preparaciones anteriores, yo era la primera vez que usaba la corona para este tipo de masas.

Una vez cocido lo dejaremos enfriar sobre una rejilla mientras preparamos el almíbar:

Hervimos el agua, los licores y el azúcar unos minutos, y lo vertemos en una bandeja alta donde quepa nuestro savarín. Lo introducimos (ya desmoldado, claro) en el líquido y dejamos que lo absorba lentamente. Este proceso puede llevar toda una noche.

Cuando esté completamente empapado, lo colocamos en la bandeja de servir y rellenamos con las fresas cortadas en dados y la nata montada. Si el postre no se va a comer en el día, recomiendo montar la nata con una pizca de ácido ascórbico (estabilizante) para que se mantenga firme más tiempo.

Si queremos darle un aspecto brillante a nuestro savarín, podemos pintarlo con un almíbar espeso (misma cantidad de agua que de azúcar) o mermelada.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Carrilleras de ternera gallega estofadas con champiñones enteros.

Estofado, palabra que viene del francés etoufeér (Asfixiado) es un guiso cocinado en una olla con tapa que evita que se evaporen los líquidos del mismo, permitiendo así conservar todos los aromas de los ingredientes. Se suelen estofar carnes con verduras agregándoles algún vino. Dicen los entendidos que cuanto más lento es el estofado, más sabroso está el guiso. Las carrilleras de hoy han estado en la olla dos horas y media, y se podían cortar con el tenedor tanto a favor como en contra de las hebras. Más tierno imposible.



INGREDIENTES para dos personas.

Una carrillera de ternera gallega.
Una cebolla.
Medio puerro.
Un diente de ajo.
Un tomate pequeño.
Un trozo de pimiento verde.
Una taza de guisantes.
Una docena de champiñones frescos enteros.
Una zanahoria.
200 ml de vino blanco (puede ser tinto, en este caso la salsa quedará más oscura).
Aceite de oliva, sal, pimienta, pimentón.

No me he querido exceder con los condimentos para no enmascarar el sabor de esta carne, que no es muy fuerte.

Comenzamos sellando la carne limpia de grasas e impurezas, partida en dos trozos. Par a ello la freímos en un fondo de aceite de oliva en la misma olla donde vayamos a hacer el estofado. Cuando esté dorada por todos lados reservamos la carne y en el mismo aceite añadimos algunas de las verduras picadas finamente: La cebolla, el pimiento, el puerro, y el ajo. Removemos para que todo se engrase y dejamos pochar. Cuando ocupen la mitad de su volumen en crudo, añadimos una cucharita de pimentón y removemos bien. Volvemos a colocar la carne, y agregamos el tomate pelado y cortado en dados, los champiñones, la zanahoria pelada y cortada en rodajas medianamente gruesas, salpimentamos y cubrimos con agua hasta que no sobresalga nada de carne.

Dejamos cocer a fuego lento, el mínimo posible para que hierva con la tapa puesta, y dejamos cocinarse dos horas, vigilando que no se quede sin agua (aunque la tapa esté cerrada siempre se escapa algo de vapor).

Cuando la carne ya esté tierna, retiramos las piezas, los champiñones y las zanahorias, y trituramos la salsa con el resto de las verduras. Si la salsa ha quedado demasiado líquida, podemos hacer un majado con pan duro, pan tostado o incluso picos o regañas. Las trituramos bien en el mortero, añadiendo un poco de líquido del guiso, y mezclamos bien en la olla. Añadimos también los champiñones, zanahorias, carne, y los guisantes frescos. Dejamos cocer otros 15 o 20 minutos y servimos.

En este caso Yo lo he acompañado de unos grelos cocidos, que aquí en Galicia estamos en temporada, y unas patatas fritas, que con la salsita ¡Estaban de vicio!

martes, 15 de febrero de 2011

Tarta de queso nevada

No me puedo creer que no haya subido ninguna receta de tarta de queso. ¡Si es mi favorita! Esta es una manera más de presentarla... Es una tarta pequeña, en casa sólo somos dos así que siempre las hago pequeñas para no estar toda la semana comiendo dulce. Contad con doblar o aumentar proporcionalmente las cantidades para moldes grandes.



INGREDIENTES (Para un molde desmontable alto de 18 cm)

Masa quebrada dulce,aromatizada con la ralladura de medio limón. Esta vez la he hecho en la panificadora (qué fácil, con lo laborioso que es hacerlo a mano). Sólo echar todos los ingredientes en la cubeta en el programa de amasado. Ir añadiendo cucharadas (de café) de agua hasta que todo amalgame. Lo que sobre se puede congelar bien envuelto en papel plástico transparente.

250 ml de nata para montar.
200 g. de queso de untar tipo Philadelphia.
Dos yemas de huevo.
4 hojas de gelatina neutra.
100 ml de leche.
100 g. de azúcar.

Azucar glass para decorar.



Primero haremos la base y la cubierta de la tarta. Una vez haya reposado la masa quebrada de limón, la extendemos con la ayuda de un rodillo de cocina hasta obtener un grosor de unos 3 o 4 milimetros. (yo lo hago siempre entre dos láminas de papel film transparente, así no hace falta enharinar la superficie ni el rodillo, y luego también es más fácil de manipular. Necesitaremos dos círculos del tamaño del fondo del molde donde haremos la tarta. Los colocamos en la bandeja del horno y uno de ellos lo cortamos en porciones del tamaño de ración, con un cuchillo afilado. Procuraremos hacer estos cortes con un cuchillo grande, presionando y levantando la hoja cuidadosamente,sin arrastrar, para que no se deforme el círculo. Cuanto más iguales queden las porciones, más estético será el resultado final. Este precortado lo hacemos para poder cortar la tarta una vez terminada sin que se deshaga o deforme, porque la masa quebrada en frío es dura y nos sería imposible atravesarla con el cuchillo sin aplastar el relleno.

Horneamos 10/15 minutos a 190 grados, hasta que empiece a dorarse, y dejamos enfriar sobre la bandeja, fuera del horno.



Para el relleno de queso:

Montamos la nata y reservamos. Hidratamos las hojas de gelatina.
Calentamos la leche y añadimos el azúcar hasta disolverlo por completo. Agregamos también las hojas de gelatina hidratadas y escurridas y removemos hasta hacerlas desaparecer. Apartamos del fuego.

Cuando esta mezcla se haya templado, añadimos el queso de untar y batimos bien. Comenzará a espesar al añadirle un ingrediente frío. Añadimos ahora las yemas de huevo y integramos bien. Mezclamos por último, y con cuidado, la nata montada, con movimientos envolventes, para que no se baje. La mezcla quedará con una textura parecida a una mousse.

Colocamos la base de masa quebrada en el fondo de un molde desmontable con el fondo y los lados cubiertos de papel encerado, y vertemos sobre ella la preparación anterior. Dejamos cuajar la gelatina en la nevera durante dos o tres horas. Cuanto más tiempo mejor.

Cuando vayamos a servir la tarta, asegurándonos de que ha cuajado por completo, desmoldamos en un plato o papel, y colocamos sobre ella las porciones de galleta formando una tapa completa. Espolvoreamos el azúcar glass con la ayuda de un colador y después trasladamos con mucho cuidado la tarta a la bandeja de servir.

martes, 1 de febrero de 2011

Coxinhas de pollo y queso

¿Brasileñas? ¿Portuguesas? Leo diferentes opiniones en la red acerca del origen de estos aperitivos con cierto parecido a las croquetas, pero yo supe de su existencia por dos Brasileños muy cercanos a mí (Hola Helena, hola Vicente). Ellos hablaban de la venta ambulante de esta masa rellena y empanada que según leo, se llama así porque habitualmente se le da forma de zanco de pollo (que es lo que significa literalmente "coxinha"). Las probé por primera vez este domingo precisamente gracias a ellos, y como tenía sobras de pollo en la nevera me puse a buscar recetas en internet, y después de leer un montón de ellas, he cogido algo de unas y algo de otras, y aquí está la que he hecho yo.



INGREDIENTES (Para una docena de coxinhas)

200 ml. de caldo de pollo (O la misma cantidad de agua con un cubo de concentrado)
200 ml. de leche.
50 g. de mantequilla.
1 huevo.
Dos tazas y media de harina (taza de 250 ml)

150 g. de sobras de pollo cocido o asado
75 g. de queso rallado.

Huevo batido y pan rallado para empanar.




La masa de estas coxinhas está a caballo entre la bechamel espesa de las croquetas y la masa de profiteroles. Yo la hice en la panificadora, con el programa de mermelada, que amasa con calor (así se va cociendo la harina a medida que se amasa), pero también se puede hacer de manera tradicional en una cacerola:

Modo tradicional: Ponemos a calentar el caldo, la leche y la mantequilla, hasta que esté a punto de hervir. Cuando esto suceda, añadimos la harina de una vez, y removemos con una cuchara de palo. Agregamos el huevo un poco batido y removemos y removemos hasta que esté todo perfectamente integrado. La masa se irá endureciendo hasta llegar a una consistencia óptima para su moldeado, algo parecido a la plastilina. Volcamos en una fuente y dejamos templar hasta que su temperatura sea agradable para manejarla.

En Panificadora: Colocamos en la cubeta la harina, y encendemos para que vaya calentándose hasta que empiece a amasar. Mientras tanto, ponemos a hervir en una cacerola el caldo, la leche y la mantequilla, hasta que esta se disuelva.

Cuando los ganchos de la amasadora comiencen a girar, vertemos el contenido líquido a punto de hervir sobre la harina, todo de un golpe. Dejamos amasar hasta que todo esté perfectamente integrado y lo bastante sólido como para manejarlo. ¡No usaremos el programa completo! Ya que no es esta su función, si no que sólo es un pequeño truco para no tener que remover la masa a mano.

Apagamos la panificadora, extraemos la cubeta y volcamos la masa en una fuente y dejamos templar hasta que su temperatura sea agradable para manejarla.



Para el relleno simplemente picamos el pollo en pequeños trozos y mezclamos con el queso rallado. He leído otras variantes en las que se hacía una mezcla de cebolla frita y pollo, y algunas en las que en cada coxinha se introducía un taco de queso para que se notase más.

Con las manos enharinadas, tomamos porciones de masa del tamaño aproximado de un huevo, les damos forma redonda, y después ahuecamos haciendo una especie de cesta donde colocaremos una cucharada de relleno. Apretamos los bordes estirándolos hacia arriba de manera que todo el pollo quede cubierto, y retorcemos, formando un piquito. Esta masa es extraordinariamente moldeable y fácil de manejar siempre que tengamos las manos algo enharinadas.

Una vez formadas las coxinhas, las rebozamos con huevo batido y pan rallado, y freímos en abundante aceite hasta que estén doradas.

Se pueden congelar después de empanar, y cuando queramos utllizarlas bastará con dejar descongelar un rato y freír.

domingo, 16 de enero de 2011

Scones de tomillo y Grana padano

Un scone es un bollo típico de Escocia, (De hecho allí hay una ciudad con ese nombre, lo que me hace suponer que su origen es en concreto de ese lugar) cuyo consumo se ha extendido a todo el Reino Unido y más allá. Más a menudo encontraremos en las islas scones dulces que salados, refiriéndonos a estos últimos como "bollos de soda" y llevando harina de patata como ingrediente principal. Yo he unido la tradición Escoces con la Italiana: concretamente el queso Grana Padano fue creado por los monjes cistercienses de Chiaravalle que usaban queso curado como una forma de conservar los excedentes de leche. ¿Sabías que cada queso Grana Padano pesa entre 24 y 40 kilos?



INGREDIENTES

250 g. de harina de trigo.
90 g. de mantequilla.
Un huevo batido.
75 g. de leche entera.
50 g. de azúcar glass.
125 g. de queso Grana padano rallado.
Una cucharada de postre de tomillo.
Una pizca de sal.
Una cucharadita de levadura en polvo. (un sobre royal o potax).


Batimos la mantequilla a temperatura ambiente, con unas varillas, hasta obtener una crema espumosa. Añadimos las hierbas, la sal, el azúcar y el queso y la mitad del huevo batido (reservaremos la otra mitad para pintar los bollos), y después la harina mezclada con la levadura.
Mezclamos con una espátula de madera formando grumos arenosos, y vamos añadiendo la leche mientras seguimos abatanando la mezcla. No hace falta trabajarla con las manos,
de hecho no debe amasarse demasiado. La consistencia final no ha de ser una masa firme ni lisa, si no una bola informe apelotonada y frágil. La dejaremos reposar en la nevera para que se endurezca un poco.

Pasada media hora más o menos, y sobre una superficie enharinada, aplanamos la bola hasta obtener una plancha de unos 3 centímetros de grosor, y cortamos los scones con un cortapastas o un vaso. Los vamos colocando en la bandeja del horno y pintamos con el huevo batido que habíamos reservado con anterioridad. Horneamos 15 minutos a 180 grados, colocando un papel vegetal por encima los últimos diez minutos, para que el interior quede húmedo, y el exterior crujiente y dorado pero no quemado.

Estos scones resultan riquísimos cortados a la mitad y rellenos con jamón cocido, pero también están muy buenos solos, como acompañamiento o como aperitivo.

viernes, 14 de enero de 2011

Yaky gyoza (empanadillas de carne y repollo al estilo chino)

Tras el reciente descubrimiento de un supermercado chino en mi ciudad (¡Gracias Lolo!), y después de mucho tiempo intentando hacer en casa las tapas de estas riquísimas empanadillas, sin éxito, mis ansias de gyozas se han visto satisfechas al encontrar en la sección de congelados de dicho supermercado, paquetitos de 20 tapas. Lo que es la vida, a punto de empezar a escribir esta receta, hice una última búsqueda en internet para intentar averiguar por qué no me salían las tapas caseras, y encontré ESTA WEB, donde leo que la masa se hace con agua hirviendo. Sólo eso, harina, sal, y agua caliente. Hasta ahora siempre había hecho la masa con agua fría. ¿Será ese el secreto para conseguir unas gyozas completamente caseras? Lo intentaré de nuevo con harina normal y una mezcla que también compré en el supermercado "Amigo" (ese es su nombre) y subiré futuras actualizaciones con las novedades. De momento os dejo la receta con las tapas prefabricadas, que por cierto estaban riquísimas y tenían la textura perfecta.



INGREDIENTES (Para unas 30 unidades)

Tapas de empanadillas chinas (Gyoza)
200 g de carne de cerdo picada.
100 g de repollo picado en trocitos lo más pequeños posible.
100 g de ajo puerro picado en trocitos lo más pequeños posible.
2 dientes de ajo.
Un trocito de jengibre del tamaño de un diente de ajo.
100 ml de salsa de soja.
50 ml de vino blanco suave.
Una cucharada sopera de azúcar.
Una pizca de pimienta negra (al gusto).

Un bol con agua para cerrar las gyozas, aceite de sésamo o de girasol en su defecto, agua, y una sartén antiadherente con tapa para cocinarlas.

Salsa de soja y vinagre de arroz, para acompañar.

Mezclar con la mano todos los ingredientes. Yo empecé por la carne con los condimentos, hasta que se volvió un poco más blandita, y entonces añadí las verduras. Amasar bien hasta que todos los ingredientes estén perfectamente integrados. Como la porción de relleno que lleva cada empanadilla es bastante pequeña, es necesario que tenga un poco de todo por eso es tan importante hacer bien la mezcla.

Enharinamos la superficie donde vayamos a colocar las gyozas según las vayamos haciendo, para que no se peguen y se rompan al cogerlas después.

Cogemos cada tapa de empanadilla (O raviolis chinos, como también he visto que se les llama), y en el centro colocamos una porción de relleno del tamaño de una nuez pequeña. Mojamos todo el contorno de la tapa con el dedo humedecido y las cerramos en forma de media luna.

Para cerrar las gyozas hay muchas técnicas, la más común es dejar uno de lados sin dobleces e ir solapando los del otro lado hasta conseguir un efecto de abanico. También se pueden cerrar de la manera clásica, o con un aparatito para hacer empanadillas. Las hay quien las deja con la forma tradicional, "a la española", pero lo más típico en China es aplastarlas de manera que se queden de pie sobre la parte contraria a la unión o "corteza", en forma de bolsita. De esta manera la parte que queda en contacto con la sartén es donde va el relleno de carne, y se cocina más y mejor. Yo lo he hecho de esa manera.



Una vez que tengamos todas las gyozas formadas, pintamos el fondo de una sartén con aceite (apenas un pincelado), y calentamos a fuego máximo. Las colocamos lo más rápido posible, no importa que estén muy juntas, (yo con la "panza" hacia abajo), y cuando las oigamos chisporrotear, añadimos agua hasta que las cubra aproximadamente por la mitad. Tapamos (a ser posible con una tapadera de cristal, para controlar la cocción) y dejamos cocinar a fuego fuerte hasta que se haya evaporado toda el agua. Importante no levantar la tapa porque la parte de gyoza que queda fuera del agua se cocinará al vapor, mientras que la inferior (donde está la carne) tendrá una cocción más "tradicional".

Cuando el agua se evapore, (vigilando bien porque es un momento delicado, nada de irse a mirar recetas al ordenador mientras dejamos que se cocinen, son apenas unos minutos y si se quedan al fuego sin agua tendremos un bonito desastre para cenar) bajamos un poco el fuego y añadimos un par de cucharadas de aceite (sésamo o girasol) entre las empanadillas, dejamos dorar. Observaremos que parte de los jugos del relleno, incluído el azúcar, se habrán filtrado y formarán una deliciosa costra en la base de cada empanadilla. El truco está en no dejarlas demasiado tiempo para que estos jugos no se quemen, ni tan poco como para que no se doren. Advierto que el proceso es bastante rápido.

Con una espátula retiramos las gyozas de la sartén y las servimos con la parte dorada hacia arriba. Es posible que si hemos hecho muchas a la vez se queden pegadas entre sí por los jugos que han soltado, se separan con cuidado o se sirven todas juntas.

La salsa para acompañar se hace con mitad de salsa de soja y mitad de vinagre de arroz. También pueden acompañarse de salsa hoisin.



¡Ah! Por cierto, para los que viváis en La Coruña y no sepáis del supermercado "Amigo", está en la calle Tornos, cerca de la Ronda de Outeiro. Son muy amables y seguro que si tenéis alguna duda os la intentarán resolver.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Bacalao al pil pil

Gadus morhua, o como lo conocemos en casa, el Bacalao, es un pescado de mar que se consume en España desde el siglo XVI, traído por los vascos que perseguían ballenas allá por la lejana Terranova. Típica de allí, del País Vasco (creo que concretamente de Bilbao) llega esta receta sencilla y deliciosa. Es la primera vez que lo hago, y pensaba que me acabarían doliendo los pies de estar de pie todo el tiempo que había leído que hay agitar la cacerola hasta que espese el aceite, pero he visto un truco en youtube que me ha permitido ligar la salsa en 5 ó 6 minutos, usando un pequeño colador para agitar el aceite.



INGREDIENTES (cantidades orientativas por comensal)

75 ml de aceite de oliva extra (De buena calidad, porque es el ingrediente principal que dará sabor a toda la receta)
Un buen trozo de bacalao con piel (desalado o descongelado).
Un diente de ajo hermoso (Yo he puesto dos, porque nos encanta el ajo).
Una guindilla.
Un chorritín de vino blanco.

Un colador pequeño de metal.

La receta es tan sencilla como aromatizar el aceite con ajo y guindilla, confitar el pescado derritiendo toda su gelatina natural, y emulsionarla en templado con el aceite hasta que espese. Pasito a pasito haríamos:

Secar bien los trozos de bacalao para que no salte el aceite y tenerlos preparados.
Poner a calentar el aceite en una cazuela en la que nos vaya a caber todo el bacalao que vamos a hacer, sin amontonarse, de culo gordo (para que conserve el calor) pero la calentamos temperatura suave. En mi caso lo he hecho todo al 2 en una vitrocerámica de máxima potencia en el número 6.
Pelamos y cortamos en láminas gruesas los ajos, y los echamos al aceite junto a las guindillas. Dejamos dorar lentamente. Además de aromatizar el aceite, ellos nos harán de baremo si es que no conocemos muy bien la temperatura adecuada. Tienen que flotar y burbujear suavemente, pero no chisporrotear ni freírse demasiado rápido. Cuando consigamos esto, es que hemos encontrado la temperatura adecuada para hacer el bacalao.

Una vez que estén tostados los ajitos, retiramos y reservamos para decorar al final.

Colocamos los trozos de lomo de Bacalao, con la piel hacia arriba, y dejamos cocinarse lentamente, ya sabeis, que burbujeen levemente pero sin sonido de "fritura". En unos cinco o seis minutos habrá cambiado su color a un blanco más opaco y se estarán entreabriendo las lajas. Entonces le damos la vuelta a los trozos con mucho cuidado de que no se rompan, y dejamos un par de minutos más. Habrán ido soltando unas gotitas blanquecinas, que es la gelatina que nos interesa.

Al cabo de este tiempo, retiramos los trozos de pescado y reservamos.


------------------------------------Una ola de pil pil ------------------------------------

Ahora que en la sartén sólo nos queda el aceite "sucio", apagamos el fuego completamente y añadimos un chorrito pequeño de vino blanco. Una cucharada sopera por persona apróximadamente. Además de aromatizar nuestro pil pil, bajaremos la temperatura del aceite a la óptima para cuajar. He leído por ahí que si está a más de 80 grados no espesa.

Ahora es el momento de coger nuestro colador de metal y empezar a agitar la salsa con el culo del mismo. Supongo que también valdrá con unas varillas, pero yo he usado el truco del colador y me ha salido rapidísimo. Hay muchos vídeos pero en este está muy bien explicada toda la receta, lo hace Locadebarna (pinchar aquí para ver). Yo en vez de dejar la sartén horizontal, la incliné un poco para que el aceite se empozara en una esquina, y así el colador puede coger más profundidad y se hace todavía más rápido.

Una vez hecho el pil pil, emplatamos haciendo una cama de salsa, el pescado , y adornamos con los ajos y guindillas. También podemos espolvorear con un pellizco de sal, si es gruesa o en escamas mejor que mejor.

¡Servir inmediatamente porque el pil pil se desliga con el tiempo y se separa el aceite de la gelatina!

sábado, 27 de noviembre de 2010

Pastel de tres chocolates con Agar agar

Mi primer experimento con agar agar como gelificante. No un desastre (del todo).



Gracias a Kanela y Limón me he animado a probar el agar agar. No copio la receta porque he usado exactamente la que ella subió en su web. así que para verla tendreis que visitarla y lo siento por los que no conozcais aún su blog, porque la próxima hora y media os quedareis irremediablemente atrapados en un laberinto de delicias y manjares, sin poder despegaros de la silla del ordenador. El que avisa no es traidor.

Sólo hacer un añadido a esta riquísima receta: Yo no tenía agar agar en polvo, pero sí en fibras deshidratadas, que uso para las ensaladas. La manera de proceder debería de ser la misma que describe Kanela, pero tardan muchísimo en disolverse. La primera capa del pastel la hice agregando las hebras a la leche y dejándolo hervir bastante rato, y al colar el resultado ya mezclado con el chocolate, quedó un buen engrudo en el colador.

Para las siguientes capas lo que hice fue hidratar las hebras de agar agar toda la noche, hasta el día siguiente, usando 3 g. (de producto seco) para cada 500 ml de líquido. Añadí un gramo extra al de la receta original, que indica dos, por lo que pudiera quedar en el colador, tras la experiencia del día anterior. Y además, en vez de disolverlo directamente en la leche, lo deshice previamente en un fondo de agua hirviendo, a la que luego añadí el resto de los ingredientes. Estas capas quedaron considerablemente mejor que la primera, que resultó mucho más blanda y escurrió un montón de líquido que se puede apreciar en la foto.

El resultado es realmente espectacular, un postre muy ligero, que espero repetir más a menudo cuando lleguen los días calurosos del verano, que ya echo tantísimo de menos.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Sushi

La primera vez que comí sushi no me gustó nada. La segunda fui a un japonés por compromiso, y me gustó un poco. La tercera vez soñaba con él. Ahora me encanta, así que es mejor hacerlo en casa porque el presupuesto no da para ir todos los días de restaurante, y además es bastante divertido hacerlo (Siempre que tengas tiempo claro, porque es bastante laborioso).



INGREDIENTES Para unas 38 unidades de distintas variedades.

100 g de salmón fresco crudo.
1 vaso de arroz redondo.
3 cucharadas de vinagre de arroz (en su defecto de vino o sidra, pero blanco)
2 cucharadas de azúcar.
media cucharada de sal.
3 láminas de alga nori.
Medio aguacate.
Dos o tres palitos de cangrejo.
Una tortilla francesa de un huevo.
Un trocito de la parte blanca de un puerro.
Una zanahoria.
Semillas de sésamo.
Salsa de soja.
Pasta wasabi.

UTENSILIOS EXCEPCIONALES

Una esterilla de bambú (vale un mantelito individual)
Un secador de pelo o un abanico.
Una bandeja.




-Primero prepararemos el arroz. Antes de cocerlo lo lavaremos bien con agua para sacarle el almidón: En un colador grande, ponemos el arroz y lo sumergimos en un cuenco con agua tibia, removemos con los dedos hasta ver que el agua se va volviendo blanca. A cada poco cambiaremos este agua por una limpia, y seguiremos removiendo y lavando los granos de arroz hasta que el agua deje de teñirse de blanco.

Una vez hecho esto, lo ponemos en una olla a cocer con una parte y media de agua, a fuego muy lento, y sin retirar la tapa para aprovechar todo el vapor. Al cuarto de hora lo retiramos del fuego y lo dejamos reposar mientras preparamos los demás ingredientes.

-Hacemos el líquido para mojar el arroz, que ellos llaman sushizu; en un cacito, mezclamos las tres cucharadas de vinagre, con las dos de azúcar y la media de sal, y llevamos al fuego hasta que se disuelva completamente, sin dejarlo reducir demasiado. Apartamos a un cuenco y dejamos templar.

-Cortamos en bastoncillos el aguacate, la zanahoria, el puerro, la tortilla francesa, y los palitos de cangrejo. Reservamos.

-Cortamos en finas láminas el salmón (si no nos atrevemos con él crudo, siempre queda la alternativa de usar salmón ahumado).



Después de haber troceado todo esto, el arroz ya estará casi frío, así que podemos proceder a mezclarlo con el sushizu: Esparcimos todo el arroz en una bandeja o plato grande, y distribuímos uniformemente la mezcla de vinagre, sal y azúcar por encima. A la vez que hacemos esto y mezclamos con una espátula de madera, le damos aire con un abanico o un secador a baja potencia (no hagais como yo, que le di con el secador al máximo y volaron granos de arroz por toda la cocina, jeje). Removemos bien hasta que esté todo perfectamente integrado y tengamos un arroz pegajoso y fácil de amalgamar.

Con estos ingredientes procedemos a hacer los diferentes tipos de sushi que queramos, en esta caso yo hice:

Niguiris: Una bolita de arroz apretujada con las manos mojadas (para que nos se nos peguen los granos), y encima una lámina de salmón. Si os gusta el sabor del wasabi y sabeis que a todos los demás comensales también, podeis poner una gotita entre el pescado y el arroz para que queden más firmemente unidos.

Hosomaki de salmón o aguacate:

Sobre una esterilla de bambú protegida con un papel film, colocamos una lámina de alga nori cortada por la mitad, y la cubrimos con una capa fina de arroz. Esto lo haremos siempre con las manos mojadas, apretando con los dedos hasta que quede totalmente cubierta A EXCEPCIÓN DEL BORDE MÁS ALEJADO que dejaremos limpia para cerrar bien el rulo. (Aproximadamente un centímetro)
En el centro del rectángulo colocamos el relleno, bien palitos de aguacate o trozos de salmón.
Enroscamos apretando muy bien desde el lado cubierto con arroz, hasta el que hemos dejado libre para cerrar, formando un cilindro uniforme. El que salga mejor o peor es cuestión de maña y/o práctica. Cuando esté casi enroscado del todo, humedecemos el centímetro de alga libre, y cerramos bien. QUedará perfectamente pegado. Cortamos el cilindro en seis partes iguales (Con un cuchillo muy bien afilado y mojado)y reservamos.

Futomaki:

También con una esterilla protegida con papel film, colocamos esta vez una hoja entera de nori, que cubriremos de arroz de igual manera que la anterior variante. Esta vez en el extremo más cercano a nosotros, en vez del centro, colocaremos a nuestro gusto ingredientes como palito de cangrejo, zanahoria, aguacate, puerro, tortilla, salmón... y procedemos a enrollarlo también, como si de un brazo de gitano se tratase, pero ayudándonos con la esterilla de bambú para apretar y que quede uniforme. No apreteis demasiado tampoco, o se os saldrá el relleno por los lados.

Uramaki: Es un bocado igual que el anterior, pero en esta caso el alga va por el interior y por fuera queda arroz, que adornaremos con semillas de sésamo ( o de amapola, o huevas de pescado... Para que el arroz quede por fuera, se sigue el mismo procedimiento que con el futomaki, pero antes de rellenar la hoja de nori con arroz, se le da la vuelta de manera que el arroz quede por abajo. No tengais miedo porque al ser un arroz tan pegajoso, se quedará prendido sin problemas al darle la vuelta. Una vez hecho el rulo, se reboza en las semillas antes de cortar.


Teneis que perdonar si los nombres de los distintos tipos de sushi no son los correctos, es la primera vez que lo hago y mi cultura japonesa es más bien nula, pero leyendo sobre el tema me ha parecido que estos nombres eran los correctos.

Para animarme a hacer este plato tan laborioso, he visto algunos vídeos de cocina, entre los cuales me quedo con el de Isasaweis, que además, casualidades de la vida, he leído hoy en el periódico que la han contratado en A3 para hacer un programa del estilo de su canal de youtube.

Os dejo SU VIDEO DE COMO HACER SUSHI DE ANDAR POR CASA porque quizá las explicaciones escritas me han quedado un poco farragosas y vale más una imagen que mil palabras.

¡Un saludo a todos! Y animaos, que es más fácil de lo que parece.

lunes, 18 de octubre de 2010

Pan semidulce de Otoño

Lo que más me gusta del otoño es coger castañas y avellanas, nueces y manzanas tardías. También me encantan las setas, pero eso ya son palabras mayores y antes de cogerlas alegremente del campo hay que ser un entendido y yo ni tengo un libro en casa sobre el tema. En fin, hoy un pan un poco dulce, hecho en la panificadora, que lleva un trocito de otoño en su interior. ¡Huele toda la casa de un bien!



INGREDIENTES

300 ml. de agua.
25 g. de mantequilla.
Una cucharadita de sal.
Una cucharada sopera de azúcar.
Una cucharada sopera de miel.
540 g. de harina de trigo.
25 g. de levadura fresca prensada.
150 g. de frutos secos variados. Yo usé arándano y albaricoque deshidratado, avellanas, nueces y uvas pasas.



Echamos todos los ingredientes menos los frutos secos en la cubeta de la panificadora, primero los líquidos y después el resto. Amasamos y dejamos levar usando el programa 4. Horneamos seleccionando el tipo de tueste de la corteza deseado. (Yo usé el mínimo porque me gusta el pan con corteza blanca).

Una vez hecho, dejamos enfriar sobre una rejilla. Como sale mucha cantidad, si no sois muchos en casa, yo recomiendo cortarlo en rebanadas y congelarlas. Con sacarlas un cuarto de hora antes de consumir del congelador, o meterlas en la tostadora, quedan perfectas para cualquier desayuno o merienda.

Esta noche lo cenaremos en tostadas con queso al horno. Yo creo que la combinación quedará muy bien.

jueves, 14 de octubre de 2010

Albóndigas en salsa cebollera y pimiento rojo frito.

Redonditas, calentitas, con salsita para mojar... mmmm ¡Ya está aquí el otoño!



INGREDIENTES

Para unas 20 albóndigas...

300 g. de carne picada mixta.
Una yema de huevo.
Dos dientes de ajo pelados y machacados.
Dos rebanadas de pan de molde.
Un cuarto de cebolla picada en brunoise.
Perejil, pimienta y sal.
Un poco de leche para remojar el pan.
Aceite de oliva para freír.
Harina para rebozar.

Para la salsa...

Tres cebollas grandes.
Aceite de oliva.
Un vasito de vino blanco.
Sal.
Aceite de oliva.

Mezclamos en un bol la carne, la yema de huevo, los condimentos, y la miga del pan previamente remojada en leche y escurrida. Amasamos con las manos (es mucho más agradable si la carne está a temperatura ambiente) hasta que todos los ingredientes estén perfectamente mezclados. La cebolla ha de estar picada muy, muy fina, cuanto más mejor, para que no se encuentren los pedazos en la boca, pero sí aporte jugosidad a la albondiga. Si la mezcla nos ha quedado muy blandita (porque no hemos escurrido bien el pan o porque el huevo tenía la yema muy grande), podemos ir añadiendo un poco de harina, pero sin pasarnos o quedarán muy duras al cocinarse.

Hacemos bolas del tamaño deseado, procurando que sean todas iguales (por estética), y las rebozamos en harina antes de freírlas a fuego bastante fuerte. Cuando estén doradas las retiramos a una fuente con papel absorbente en el fondo para que se libren del exceso de aceite. Reservamos.

Mientras, en una olla ancha, y con un par de cucharadas de aceite (podemos reutilizar el de freír las albóndigas si no se nos ha quemado), pochamos la cebolla con una puntita de sal a fuego lento durante diez o quince minutos, que se dore poco a poco pero sin quemarse. Cuando se haya vuelto marrón caramelo y empiece a deshacerse, añadimos la copita de vino blanco (y una hoja de laurel si nos gusta el sabor). Dejamos reducir durante unos minutos más, y trituramos con la batidora. Añadiremos agua o mejor aún caldo, si tenemos, mientras seguimos dándole a la batidora, hasta obtener una textura cremosa donde terminarán de cocer las albóndigas. Para ello las echamos en la olla y las dejamos a fuego muuuuy lento unos minutos más.

En este momento, justo antes de servir, podemos picar el pimiento en pequeños cuadraditos, y dejarlo caer encima de cada ración, una vez emplatada.

Se pueden acompañar de patatas fritas, arroz en blanco o puré de patatas. ¡Ah!¡Y al día siguiente están igual de buenas!